Crónicas de viaje
EL DIA EN QUE EL CUNSUROC TUVO SU PROPIO INGENIO AZUCARERO
Ing. Federico G. Salazar
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Todo comenzó a finales de los años setenta - por allá por 1979. En el contexto nacional, el país se encontraba convulsionado, en una situación de estado de guerra interna, muchos muertos, ninguna opinión pública en los medios de comunicación, temor, quizás sigilo...pero la vida continuaba su curso normal, aunque no rutinario.
Un tiempo atrás habíamos sido invitados, lo que aceptamos de muy buen grado, para coordinar la recién creada carrera de Técnicos Universitarios en Alimentos en el también recién creado Centro Universitario del Sur Occidente - CUNSUROC. Compartíamos espacios el centro con la extensión USAC de Quetzaltenango en el Instituto Julio César Méndez Montenegro de la Ciudad de Mazatenango, a falta de recinto propio. Esas instalaciones del nivel medio diversificado del Ministerio de Educación estaban muy bien equipadas en cuanto a aulas, laboratorios y espacio deportivo. Los estudiantes del nivel medio utilizaban las instalaciones por las mañanas y nosotros por las tardes, de tal forma que nunca coincidimos con ellos. Por su parte la extensión de Xela impartía todas las asignaturas del área social y formaba humanistas, mientras que el centro propiamente dicho impartía las carreras técnicas con especialización en Procesamiento de Alimentos del área de ingeniería química, y las de Granos Básicos y de Fruticultura del área agronómica.
Rectoría USAC venía con este proyecto de creación de los centros regionales universitarios desde hacía varios años, buscando descongestionar y desconcentrar la eduación pública universitaria. Para concretar la iniciativa se contrató a expertos temáticos para desarrollar los perfiles de cada carrera que se ofreciera, adecuada a las diferentes zonas y condiciones nacionales. Se inauguraron después del terremoto del 76 más de seis centros y uno de ellos era el de Mazatenango. Con relación al diseño del perfil y curriculo del Técnico en Alimentos se le encomendó la tarea al inquieto colega y buen amigo Oscar Maldonado Ordoñez. Su diseño se llevó mas tarde al CUNSUROC para ser implementado, y el criterio de rectoría, especialmente por cuestiones presupuestarias, era el de ir proveyendo la infraestructura necesaria para poder preparar adecuadamente a los egresados técnicos superiores, como un modelo educativo novedoso y de punta en Guatemala.
Volviendo al Técnico en Alimentos, se utilizaron los laboratorios de química, física y biología del Instituto Méndez para realizar las prácticas de los cursos del área básica con lo cual se cumplió a cabalidad con este requisito. Más adelante, se logró un convenio de cooperación con ANACAFÉ y su proyecto de palma africana en el área de Nuevo San Carlos Retalhuleu, en donde habían instalado un pequeño pero completo laboratorio de análisis que incluía el Sohxlet y otros procedimientos para extracción y análisis de aceites. Comenzamos a ir a realizar prácticas con la primera promoción de 9 inquietos angelitos, viajando cada quince días al lugar!
Por otra parte, el cuerpo docente de la carrera técnica estaba integrado por mi persona en calidad de coordinador, el colega Mauricio Ordóñez, quien en ese momento tenía pendiente la presentación de su protocolo de tesis, como sub coordinador de la carrera. La licenciada María Eugenia Abularach en el área química básica y biología, el brillante economista Fernando Tercero, esposo de María Eugenia, en el área social humanística, el licenciado Julio Andrade en Química Orgánica y bases de bioquímica, y un equipo de colaboradores de las otras dos carreras, que en conjunto integrábamos un grupo de trabajo muy coordinado y comprometido.
El ingeniero Ordóñez optó por desarrollar su proyecto de tesis sobre el diseño de las instalaciones de la planta piloto del centro universitario, que incluía todas las líneas de proceso y operaciones unitarias atinentes a la tecnología y ciencia de los alimentos y las condiciones sanitarias propias para cada equipo y demás instalaciones. Era una propuesta integral a la que se le incluyó el análisis financiero que en aquel momento mostró una inversion inicial que ascendía a los quinientos mil quetzales, unos 125 mil dólares de la época. Para su defensa de tesis yo estaba nombrado en la terna evaluadora, y el día de su presentación, por un olvido imperdonable, viajé al igual que cada lunes a Mazatenango, por lo que se tuvo que integrar una terna examinadora improvisada, situación de la que Mauricio nunca me disculpó aunque tampoco nunca me reclamó...
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Naturalmente a la Coordinación de Centros Regionales y Rectoría se les paró el pelo del susto con ese presupuesto...por lo que se trató de buscar soluciones alternas. Posiblemente la Coordinación de Centros de USAC pensó que con comprar algunas ollas de peltre y aluminio ya teníamos resuelto el problema del laboratorio de alimentos, pero de esas ollas ya contábamos con ellas, y la idea era desarrollar la carrera. Estuvo a punto de concretar la donanción de la plantita piloto de alimentos de DIGESA localizada en San Miguel Petapa, años más tarde desmantelada y guardada a la intemperie en un sitio enfrente a la parada de buses de La Aurora en Guatemala y finalmente reconstruida y armada en Chimaltenango para el instituto técnico de allá. Satisfactorio es ver que finalmente concretó en lo que es el día de hoy, una licenciatura con todo su equipamiento de laboratorios y planta piloto, gracias al esfuerzo y dedicación de todos los colegas que han venido laborando allá en el transcurso de estos 35 años.
Para suplir la falta de la planta piloto y poder complementar la formación de los técnicos, se planificaron diversas visitas de inspección a plantas, instalaciones y oficinas gubernamentales relacionadas tanto de la región como localizadas en la ciudad de Guatemala. Visitamos la Cervecería Centroamericana donde como siempre, nos atendieron de maravilla. Fuimos a unos molinos harineros de la firma Gutiérrez en Quetzaltenango, también muy bien guiados a través del proceso de molienda por parte de los técnicos molineros españoles encargados del proceso.
Aún no visitábamos un ingenio azucarero. En aquella época no habían más de cinco de los grandes en funcionamiento. Mauricio en visitas privadas estableció amistad con Don Carlitos técnico de origen checo de amplia experiencia y muchos años de trabajar en Guatemala para la industria azucarera. Le planteamos la posibilidad de visitar el Ingenio Palo Gordo en donde era jefe de producción, pero nos comentó que había hecho la consulta y que no le habían autorizado dicha iniciativa. Recomendó, sin embargo, que habláramos directamente con el señor gerente del ingenio...
Enviamos una carta haciendo la solicitud y no hubo respuesta. Así que decidí ir directamente a solicitar una cita con el gerente. Se me concedió y cuando sentí estaba sentado frente al ingeniero Juan de Dios Aguilar De León, reconocido profesional encargado de la construcción del Estadio Mateo Flores en la Ciudad de Guatemala durante los gobiernos de la Revolución; posteriormente candidato a la presidencia de la república, magistratura a la cual no logró acceder. Y aquí estaba, al frente del segundo ingenio azucarero más grande de Guatemala en los años ochenta.
Luego de los saludos protocolarios me preguntó directamente el motivo de la visita...claro que lo sabía. Le explique de la necesidad de que nuestros técnicos conocieran de los procesos industriales relacionados con su carrera y demás argumentos técnicos. El ingeniero Aguilar escuchaba sin pronunciar palabra. Finalmente me increpó:
- Pero las relaciones de la universidad con el gobierno y las empresas no existen y más bien hay un pugna abierta...
- Claro - le respondí. Desafortunadamente es así, pero en realidad lo que debería de existir es una cooperación muy estrecha entre la universidad y la iniciativa privada para poder desarrollar el país.
A partir de este momento se calmó la tensión y el Ing. Aguilar comenzó a opinar positivamente en este aspecto. Pero no avanzaba la autorización. Un intervalo de silencio el cual fue finalmente interrumpido por Don Juan de Dios, diciendo:
- Bueno, los voy a dejar entrar el próximo sábado, pero solamente porque conozco a su papá. Estén aquí muy puntualmente - insistió
Le agradecí la atención y me retiré al centro universitario a preparar la logística del viaje con Mauricio.
El sábado siguiente, puntualmente estábamos a las ocho de la mañana con el busito del centro, los estudiantes, Mauricio y mi persona. Al llegar al portón principal sin más identificación el guarda la abrió y nos permitió entrar y desapareció así que nos estacionamos en el patio de molienda. Descendimos del autobús y nos encaminamos a iniciar la gira...
Los molinos y sistema de lavado estaban funcionando con una carga casi completa pero a velocidad de crucero, es decir, a la mínima velocidad que permitiera funcionar adecuadamente al equipo sin trabarse. A todo esto no llegaban los técnicos expertos para que nos explicaran el proceso, así que le indiqué a Mauricio que mejor iniciáramos el recorrido, mientras nos alcanzaban los técnicos del ingenio. De nuestra parte comenzamos a explicar sobre el equipo de lavado y reducción de tamaño. Al terminar la inspecciñón de esta sección y como no aparecía nadie a quiarnos la vista, decidí que ingresáramos al edificio del proceso.
Comenzamos a recorrer por nuestra cuenta todas y cada una de las etapas, desde los tachos hasta los clarificadores y evaporadores, y allí nos tenían los estudiantes con nuestras explicaciones. Finalmente, llegamos a la sección de centrifugado y del secador rotatorio, situados a nivel del suelo, que veíamos desde el primer nivel del edificio. A todo esto, ni un alma en toda la planta!
En la centrífuga había un operario allá abajo que tenía que permitir la carga de entrada y luego soltar la descarga y a la salida del secador rotatorio, en forma continua, el azúcar cristalizada caía a la tolva de alimentación para el llenado de los sacos del producto terminado. Allí si habían operarios que tenían que poner la boca del costal en la tolva de descarga, permitir el llenado del saco y luego pasarlo rapidamente por la overlock para sellarlo, y finalmente transportarlo a cuestas para entregarlo a otros operarios que depositaban los sacos en el camión de carga, todos igualmente de ocupados transportando y estibando los costales llenos para el envío. No podían desprenderse ni un solo momento de lo que estaban haciendo so pena de que se acumulara y atorara el proceso...
Concluimos satisfactoriamente la visita. Nos montamos al autobús y regresamos al centro universitario. El ingenio había sido nuestro durante casi dos horas. Ese fue el día en que el CUNSUROC contó con su propio ingenio azucarero para realizar visitas de inspección...
Post tract. Años después, comentando este tema con un amigo me indicó algo que yo no logré interpretar en su momento:
- Lo que pasó es que mandaron a todos los empleados a un segundo patio para que no pudieran tener ningún contacto directo con ustedes y no los contaminaran... - me explicó sin inmutarse.
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