9. Las Ideologías Políticas


A. El Liberalismo

El Liberalismo se presenta como filosofía de progreso económico, social y técnico, y propugna en esencia una liberación total de las potencialidades de los individuos, siendo sus divisas básicas la individualidad y la libertad. Esta corriente de pensamiento está asociada directamente con la burguesía en el plano social y el capitalismo en el plano económico, y compuesta de un conjunto de elementos filosóficos de larga tradición cultural e histórica, llegando a ser una mentalidad que se convierte en doctrina política principal de la civilización occidental, considerada por algunos autores como la teoría política de la modernidad [Antón].

Las primeras ideas liberales surgen a finales de la Edad Media en correspondencia cultural con nuevas formas de comercio coartadas por el feudalismo y en reacción a las sociedades gobernadas por las monarquías absolutas, incorporando diversos enfoques desde el empirismo al historicismo. Llega a partirse en el Siglo XIX en donde se refleja el tradicionalismo en el liberalismo conservador y el romanticismo y el socialismo en el radical. Afirma D. Miller, sin embargo, que los diferentes liberalismos comparten una serie de factores, bases del pensamiento liberal, sobre los que se han construido sus variedades posteriores como sus desviaciones radicales y conservadoras: la ausencia en la naturaleza de una guía moral positiva, la prioridad de la libertad sobre la autoridad, la secularización de la política y la promoción de constituciones y principios de derecho que establezcan los límites del gobierno y determinen los derechos de los ciudadanos frente a éste [Antón].

El resultado del proceso liberal, en desarrollo en una sociedad feudal, será adoptar una postura radical: todo lo que impida o frene la libertad individual debe ser suprimido, ya que la libertad es la condición natural del hombre, llegándose a afirmar que el gobierno es quizás necesario pero en absoluto natural. Se oponen a la Iglesia Católica (ahoga el libre pensamiento), a los gremios (impiden la libre industria) y la monarquía (ahoga la libertad de sus súbditos) [Antón].

Se articula el mensaje liberal de todas las épocas en: 1) el naturalismo hedonista que establece que la felicidad consiste en poseer, acumular y disfrutar bienes materiales y el hombre dotado de un instinto de apropiación siendo el interés individual el motor de la sociedad; 2) el racionalismo, siendo la razón el medio para eliminar el oscurantismo y conseguir una actuación útil y eficaz respecto a los fines propuestos; 3) el individualismo libertario, siendo el individuo el principio y fin del mensaje liberal [Antón].

Thomas Hobbes (1588 - 1679) y John Locke (1632 - 1704) defienden el individualismo radical, aunque en el primero sus conclusiones políticas no son liberales pero sí sus postulados. Opinan que el interés propio es el motor de la sociedad, reverencian la propiedad privada, creen que el único estado legítimo es el que surge del libre contrato de sus individuos integrantes disociados por la competencia y que la única razón de existir del poder estatal radica en asegurar el cumplimiento de las leyes [Antón].

Emmanuel Kant (1724 - 1804) aboga por un pacto social libre y voluntario que se concretizará en el Estado contractual y como cada hombre es libre y dotado de derechos inalienables y anteriores, el Estado debe proteger al máximo esos derechos. Teoriza sobre el estado de derecho, que requiere de una ley de leyes, la Constitución, en relación con la libertad, los derechos naturales y el pacto social voluntario [Antón].

Adam Smith (1723 - 1790) afirma que la economía está regida por unas leyes naturales inmutables que poseen mecanismos propios de autorregulación: el mercado, la división del trabajo nacional e internacional, la oferta y demanda, la libre competencia y los afanes individuales se coordinan en forma de mano invisible. El liberalismo económico fortalece al político dando lugar a corrientes políticas y a la aparición del utilitarismo de Bentham y James Mill, sobre la mayor felicidad [Antón].

El liberalismo radical desarrollado por los federalistas norteamericanos, Tocqueville y John Stuart Mill plantean concepciones democráticas sobre los derechos del hombre, la libertad de pensamiento y la separación de la religión y la política. El gobierno deberá tener un límite a sus actuaciones y la autoridad política deberá ejercerse en los poderes legislativos representativos por la voluntad mayoritaria de los ciudadanos. Herbert Spencer (1820 - 1903) defiende el darwinismo social, aduciendo que se debe extrapolar los hallazgos de la biología a la sociedad, donde sólo sobreviven los más fuertes que mejor se adaptan al medio [Antón].

El liberalismo del Siglo XX se desarrolla según parámetros diferentes del siglo anterior, por influencia de teorías social liberales y el éxito integrador del estado intervencionista. John Maynard Keynes (1883 - 1946) se convierte en el autor más influyente en Occidente y propugna una teoría económica que proporciona las bases del desarrollo capaces de sostener las políticas social-redistributivas, logrando convencer a los grupos sociales dominantes de que la mejor forma de contener el movimiento obrero y estabilizar el sistema (luego de las grandes depresiones y la obsolescencia de las estructuras políticas) consistía en reformar el sistema en una vía gradual y posible [Antón].

Se da fin al liberalismo económico clásico y se sustituye por economías mixtas en donde el Estado ejerce un papel decisivo para reactivar la economía mediante inversiones públicas, corregir las disfunciones del capitalismo, impedir las depresiones y redistribuir la renta por medio de una fiscalidad progresiva para eliminar desigualdades extremas y activar la demanda, combinando tres ingredientes: la Eficacia Económica, la Justicia Social y la Libertad Individual. Sobresale F. D. Roosevelt con su política del New Deal, decididamente intervencionista, y John Dewey (1859 - 1952) teórico que enlaza los viejos ideales republicanos con las premisas liberales democráticas, dan lugar a que en Estados Unidos liberal sea sinónimo de izquierda y contrapuesto a conservador [Antón].

Robert Nozick (1974) luego de la crisis del petróleo, proclama que únicamente es legítimo y moral un Estado mínimo que proteja al individuo y haga se cumplan los contratos, de otra forma se atenta contra los derechos individuales y debe ser rechazado (libertad sin solidaridad). John Rawls, su oponente, en 1971 rechaza el utilitarismo y defiende los derechos individuales supeditándolos al bien común. El primero se autodenomina anarcocapitalista conectando las corrientes liberales decimonónicas conservadoras y antidemocráticas, y el segundo representa la corriente liberal social reformista. El neoliberalismo de ambas corrientes influye en la década de los ochenta en gobiernos como el de M. Thatcher y R. Reagan que buscan poner fin a la tutela social del estado y eliminar gradualmente los mecanismos de redistribución de la renta, desregularizar el mercado de trabajo, privatizar el sector público y dejar que las leyes del mercado libre autorregulen la vida económica de la sociedad [Antón].

En el contexto de la demanda de la sociedad por mejores y más servicios, contra la burocratización y en contradicción con las directrices orientadas al bien común de las políticas estatales, las teorías neoliberales han puesto de moda los análisis económicos e implicaciones filosóficas de la denominada Escuela Austríaca de Economía, con C. Menger (1840 - 1921), L. Von Mises (1881 - 1973) y F. A. Hayek (1899 - 1992), que propugnan una limitación estricta de los ámbitos de las decisiones colectivas en nombre de la libertad individual y las ventajas y eficacia del mercado como mecanismo justo mediador entre las relaciones de los individuos, identificando como inseparables el liberalismo político y el económico. M. Freedman, heredero de la escuela, afirma que una fiscalidad progresiva es un atentado contra los derechos humanos. En contraposición, autores de las ideas liberales radicales propugnan la profundización de las pautas democratizadoras en los estados de derecho. Isaiah Berlin (1988) defiende en sus ensayos las libertades positivas (derechos colectivos) que complementan a las libertades negativas (derechos individuales). R. Dahrendorf (1982) aboga por la necesidad de lograr la auténtica igualdad de oportunidades vitales para cada individuo [Antón].

 

B. El Conservadurismo

El Conservadurismo es clave en el pensamiento político moderno y contemporáneo y Mannheim (1926) hace una de las primeras distinciones entre este concepto y el tradicionalismo. Se trata de un concepto político y sociológico que tiene sus raíces en la época de las revoluciones liberales y es opuesto al liberalismo. Rechaza el concepto iusnatural y burgués de la igualdad, siendo los hombres en lo más esencial desiguales. Aboga por una sociedad clasista y jerárquica, desigual, y defiende las ventajas derivadas de ello; una sociedad de estructura de dominio es sana donde la mayoría se verá disciplinada por una minoría política y económica. Produce la confrontación en los primero años de la Revolución Francesa, entre liberales y conservadores, entre progresismo (Tomas Paine) y conservadurismo (Edmund Burke), y el pensamiento antirrevolucionario conservador brota en todos los países [Lleixá].

Burke está imbuido en un historicismo alejado de todo racionalismo en política, creando un culto hacia las tradiciones. La Constitución descansa su legitimidad únicamente en que ha existido desde tiempos inmemoriales y sólo existen derechos concretos legados por los antepasados, vinculados a la condición social y desiguales. La sociedad es como un organismo vertebrado de modo natural por una jerarquía aristocrática adaptada por nacimiento y educación a las más altas funciones directivas; el Estado, lejos de ser una máquina, un artefacto, también es orgánico en donde cada cual en su puesto y en armonía con el conjunto; la religión es el sostén insustituible y su remate final. Además, los revolucionarios siembran la descomposición de tal organismo armónico. La democracia absoluta pone en peligro la propiedad privada, da alas al ateísmo y alienta la propensión a la igualdad antinatural e imposible. Recomienda moderación y cautela en el cambio político y rechaza la improvisación, en donde el cambio deberá ser muy gradual [Lleixá].

Los contrarrevolucionarios abogan por una utópica restauración del orden natural, que no puede resolverse sino por la vía de eliminar al enemigo político, suponiendo la glorificación de la guerra civil o recurrir a la dictadura. Luego, los doctrinarios plantean una política de compromiso, entre los partidarios de las más completa restauración del antiguo régimen y la actitud de otros liberales opuestos a la monarquía restaurada buscando la alianza entre el poder monárquico y las libertades legadas por la transformación social y política ya irreversible; prescribían la resistencia frente a las corrientes de reforma. Posteriormente, el nacionalismo conservador exige el amor a la propia tierra, la historia patria, la familia, la religión heredada y la defensa y exaltación con frecuencia militar de la propia comunidad frente al extranjero, en una patriótica autoridad superior que logra influenciar entre las masas y captar aliados, exaltando lo nacional y la legitimación del imperialismo de las naciones civilizadas con respecto a las razas y pueblos inferiores, que desembocó en el reparto de Africa y buena parte de Asia [Lleixá].

Desde inicios del Siglo XX hasta la segunda guerra mundial, da paso un denso pesimismo en los medios liberales y conservadores, pero especialmente en los segundos, con una extensa proliferación de reflexiones acerca de la crisis de la civilización, la decadencia de las naciones y la libertad, destacando escritores como Oswald Spengler, Thomas Mann, Paul Valéry, José Ortega y Gasset, Aldous Huxley, Arnold Toynbee y André Malraux, entre otros muchos, que dieron origen a la Cultura del Pesimismo. En el período de la postguerra se teoriza sobre la sociedad industrial, especialmente por el funcionalismo norteamericano, en la cual una sociedad avanzada no puede desenvolverse si prescinde de los rígidos imperativos de carácter técnico y económico [Lleixá].

Más recientemente se ha teorizado sobre la insuficiencia del poder estatal, creándose una situación de ingobernabilidad (incapacidad de los gobiernos democráticos para dominar convenientemente los conflictos de una sociedad compleja), un debilitamiento de las instituciones religiosas, la familia y otras instituciones igualmente necesarias para la organización del control social. Destacan en los 70 y 90, Michel J. Crozier, Samuel P. Huntington, Joji Watanuki, Daniel Bell, Ralph Miliband, creándose la corriente neoconservadora que recomienda la limitación más o menos drástica del welfare state, la centralidad del mercado, desregulación de las relaciones laborales y privatización importante del sector público, donde M. Thatcher y R. Reagan en los 80 son los más notorios realizadores de esta nueva ruta hacia lo que los neoconservadores entienden por libertad [Lleixá].

 

C. El Socialismo

El Socialismo es un movimiento estrechamente relacionado con a la Epoca de la Revolución Industrial, correspondiendo al nacimiento del proletariado como nueva clase social, concentrado en torno a los nuevos centros fabriles. Sus condiciones económicas infrahumanas en coexistencia, según Raymond Aron, con un pequeño número de propietarios hacen surgir la conciencia de clase y el movimiento obrero como factores esenciales en el juego político de los países industrializados [Vallespín].

El mensaje marxista versa sobre la actividad económica que condiciona decisivamente toda la vida social, política o espiritual, donde la clase dominante se vale del Estado para ejercer su dominación, y por otra parte es necesario estudiar e investigar la lógica del capitalismo para extraer de ella sus enseñanzas. Presenta la estrategia revolucionaria para la consecución de un estado socialista nuevo. Este mensaje fue enseguida sometido a profunda revisión (F. Engels, E. Bernstein) [Vallespín].

El Socialismo plantea logros y mejoras de las clases trabajadoras, a través de una más compleja división del trabajo que favorezca su expansión en vez del proceso de concentración creciente del capital y la riqueza de círculos cada vez más reducidos; lo anterior podría lograrse mediante la presión y lucha disciplinada de los partidos socialistas, buscando el objetivo final de la sociedad sin clases. Las reformas graduales y la progresiva extensión de las medidas económicas y políticas favorecedoras de un mayor igualitarismo conducirán a una dinámica irreversible de progreso hacia el socialismo [Vallespín].

La Iglesia Católica ha buscado intervenir en política constituyendo un planteamiento que se remonta desde Santo Tomás de Aquino que busca armonizar el derecho natural, el derecho humano y el derecho divino en una sociedad que no sólo vele por el bienestar social común a todos los ciudadanos, sino también por su integridad religiosa. León XIII en su Encíclica Rerum Novarum (1891) aborda el problema social de las clases trabajadoras y la espinosa cuestión del socialismo, y un análisis y crítica al capitalismo en sus manifestaciones más extremas; aprovecha para sentar las bases de la Doctrina Social Católica. Busca una salida en una vía media que introduzca moderación en el conflicto social, negando la inevitabilidad del conflicto de clases, sino una situación complementaria, cediendo en ambos grupos, empresarios y trabajadores, de sus pretensiones más radicales buscando acuerdos justos y equitativos. Respetando la propiedad y satisfaciendo las necesidades de los más necesitados. Concretan esos planteamientos con el juego político de los Partidos Democristianos a escala internacional [Vallespín].

El Populismo es una de las ideologías políticas de más difícil delimitación, como reacción frente a la industrialización y modernización, sin propugnar por una vuelta a las pautas tradicionales, como estímulo para emprender acciones sociales dirigidas a modificar el estado de cosas, funcionando como una ideología de reacción. Han sido llamados populistas personajes tan disímiles como Mao, Fidel Castro, Hitler, Nasser y Ronald Reagan, en donde lo único que los une es su posición anti-elitista, que exalta al pueblo y subraya el papel central del hombre común. La retórica populista es compatible con todo tipo de bases sociales, intereses económicos y con prácticamente cualquier tipo de ideología. En una tipología del Populismo encontramos: 1) Radicalismo agrícola o rural: agricultores que favorecen la adopción de medidas económicas radicales (Crédito Social de Alberta, Canadá); 2) Populismo intelectual revolucionario aspira a un socialismo agrario idealizando al campesinado tratando de anular los modelos occidental y marxista (algunos países tercermundistas); 3) Populismo campesino: aspira a tierra y libertad favoreciendo la pequeña propiedad agrícola, el cooperativismo y el tradicionalismo (Unión Nacional Agraria Búlgara); 4) Dictaduras Populares: incluye las dictaduras de líderes carismáticos (Juan D. Perón en Argentina); 5) Democracias Populistas: buscan conseguir que el gobierno se responsabilice directamente ante los ciudadanos mediante el referéndum, iniciativas populares, etc. (Movimiento Progresista Norteamericano); 6) Populismo Reaccionario: aprovecha el acceso al electorado poco crítico en momentos de tensión social provocados por crisis diversas, económicas, migraciones, raciales, etc (George Wallace en Estados Unidos); 7) Populismo de los Políticos: utilización de nociones ambiguas como pueblo por parte de líderes o partidos que buscan diluir fronteras ideológicas apelando a consideraciones ajenas a la política (C. De Gaulle y R. Reagan) [Vallespín].

 

D. El Marxismo

K. Marx condena al capitalismo por su ineficiencia (falta de control del obrero sobre el producto de su trabajo ni sobre el proceso mismo de producción: el primero le es impuesto y el segundo le es arrebatado), alienación (heteronomía del trabajo, el obrero se ve forzado a vender la única mercancía que posee, su fuerza de trabajo, si quiere sobrevivir) y explotación (falta de autorrealización, el obrero como apéndice viviente de l máquina) [de Francisco].

El marxismo propone, frente al mercado la planificación central; frente a la propiedad privada la propiedad colectiva (estatal) de los medios de producción; frente al derecho al beneficio privado, la obligación universal de trabajar. Por otra parte, los ciudadanos de la república obrera eligen mandatarios pero no representantes, es decir, no enajenan su poder; se refiere a la elección no representativa basada en el mecanismo de la revocabilidad permanente, que exige el control incesante por parte de la ciudadanía. Este esquema es válida a nivel de base, en el núcleo de la sociedad, y a partir de allí se construye el edificio político mediante la aplicación de mecanismos indirectos de elección [de Francisco].

Recientemente, y luego de un período de euforia en los años sesenta y comienzos de los setenta, el marxismo en cualquiera de sus variantes, entró en una situación de crisis, incidiendo muchos factores. Los problemas de orden metodológico (materialismo mecanicista, determinismo economicista, holismo, etc); problemas de contenido (siendo el marxismo más eficaz como instrumento crítico del capitalismo que como generador de alternativas económicas, sociales y políticas) y el carácter utópico escatológico de su programa político ligado a la idea del desarrollo indefinido de las fuerzas productivas en donde vendrían a desaparecer los obstáculos a la libertad y la realización individual [Guiu].

La segunda generación de la Escuela de Francfort (en torno a K. O. Apel y J. Habermas) plantea que una reestructuración de las sociedades habría de venir de la mano de la expansión de áreas de acción coordinada por acuerdos alcanzados comunicativamente, subordinando los subsistemas regidos por la racionalidad técnico instrumental por las decisiones tomadas a partir de una comunicación libre de coacción. El marxismo metodológicamente hablando era antipositivista, holista, dialéctico e histórico , pero esta visión ha sido rota por la aparición del marxismo analítico (Jon Elster, Adam Przeworski, John Roemer, G. Cohen) afirmando que lo peculiar del marxismo son sus afirmaciones esenciales sobre el mundo y no su metodología. Estos neomarxistas se declaran defensores del individualismo metodológico y un aspecto fundamental es su antidogmatismo, dando prioridad a argumentos empíricos, lógicos y racionales sobre los ideológicos, además de considerar que del marxismo su mayor legado es su sustrato ético moral, que sigue aportando al mundo de hoy argumentos para la crítica a la explotación, a alienación y la desigualdad [Guiu].

 

E. El Nacionalismo

El Nacionalismo es una ideología con características muy distintas a otras teorías clásicas (socialismo, liberalismo, conservadurismo) que tratan de responder como se gobierna una sociedad en todos sus ámbitos y cual sería la relación entre individuo, sociedad y Estado. El nacionalismo por su parte responde a la pregunta sobre cual es el objeto del gobierno y establecen una identidad entre individuo y sociedad, haciendo referencia al sentimiento de pertenecer a una colectividad; constituye una especie de religión nacional del Estado moderno. Es una forma de identidad de las sociedades modernas y la parte de irracionalidad que ello conlleva le otorga gran capacidad movilizadora sobre todos los que participan del mismo sentimiento nacional. Es el resultado de un proceso histórico vinculado a la formación de la nación moderna [Caminal].

El concepto de nación está asociado con lo política, lo cultural y lo jurídico. Los conceptos de nación cultural y de nación política pueden ser compatibles o no, pero son justificadores de la formación, consolidación, perpetuación y expansión del Estado nacional, pero no son suficientes para definir el fenómeno de la nación. Se requiere de la definición de la nación jurídica: la reunión de personas que están vinculadas por derecho a un Estado, siendo el Derecho lo que da y garantiza la ciudadanía, la pertenencia a un Estado y lo que hace que los ciudadanos estén sujetos a derechos y a deberes. La estabilización de un Estado-nación no es concebible si no se consigue un determinado nivel de cohesión como comunidad cultural y además, se requiere de la voluntad subjetiva de sentirse miembro del mismo [Caminal].

El nacionalismo convierte al Estado en nación en la medida en que logra crear una conciencia nacional y al mismo tiempo es la ideología que sostiene el proyecto político de una nación para convertirse en Estado. Ni del hecho jurídico de una comunidad estatal ni del hecho sociológico de una comunidad cultural se deriva inevitablemente una nación política. Es necesario el elemento subjetivo de la conciencia nacional para poder afirmar la realidad de la nación y su voluntad de realización en Estado [Caminal].

Cabe mencionar que el nacionalismo es compatible con el Estado Federal ya que el federalismo ha sucumbido hasta la actualidad como ideología alternativa de organización política de las sociedades multiculturales, para transformarse en una concepción político técnica al servicio del Estado nación y de su proceso histórico de unificación y centralización. El paso de Confederación a Federación implica, según Hamilton, la creación de un auténtico poder común legitimado directamente por los ciudadanos, que eligen dualmente sus representantes en las instituciones del Estado federado y en las instituciones de la Federación. El principio de ciudadanía y la igualdad entre los ciudadanos se antepone a la igualdad entre Estados. El federalismo se confirma como concepción jurídico política al servicio de la unión nacional compatible con la supervivencia de los Estados de la nación [Caminal].

 

F. Otras Ideologías Políticas Modernas

El Facismo surge de la crisis del liberalismo en lo económico (capitalismo liberal), en lo político (Estado de Derecho Liberal) y en lo ideológico (concepción individualista del mundo), buscando un nuevo orden político que asegure la armonía y la supervivencia del régimen de producción. El Facismo rompe con el individualismo liberal, utiliza la retórica socializante pero rechaza al marxismo, proclaman el corporativismo pero no alteran lo esencial del capitalismo. Su objetivo básico es la implantación de un Estado fuerte, totalitario y nacionalista, y fuera de éste y de su sustrato ético y étnico, no puede haber ni individuos ni grupos, poniendo toda clase de asociación bajo su control. Además, el liderazgo y la jerarquización, el totalitarismo y el imperialismo. En lo económico se muestra contrario al régimen liberal del laisez faire y del colectivismo socialista o comunistas proponiendo el corporativismo. Apela al instinto, al misticismo, la muerte y la violencia y lo simbólico, lo ritual, el performance está dirigido a la exaltación anímica para anular la resistencia del público y la propaganda es utilizada como arma política básica [Vallespín].

El Anarquismo, aunque hablando con propiedad se trata de una concepción opuesta radicalmente a lo político, siempre que ha tenido ocasión ha ejercido influencia en el sistema político. Hay dos clases de anarquismo: aquel con un fin revolucionario (Mijail Bakunin y Malatesta) y otro pacifista (Tolstoy, Stirner y Pierre J. Proudhon). Constituye una concepción bien trabajada y armónica que parte de una visión fundamentalmente optimista del ser humano, pensando establecer una sociedad futura hecha de individuos libres y fundamentalmente iguales, configurado éste en un horizonte utópico de regeneración de un orden social pervertido. Su punto esencial reside en la abolición de la propiedad privada (origen del egoísmo y de la insolidaridad entre las personas y la causa fundamental de la explotación de unos individuos por otros) y del Estado (la quintaesencia del orden coactivo y de imposición autoritaria); el derecho dejará de ser una estructura coactiva para convertirse en un conjunto de acuerdos libremente aceptados por todos los componentes de la sociedad y la disciplina la base fundamental de todo orden civilizado de convivencia, aceptada por todos los componentes e éste; la supresión definitiva del sistema económico de producción para el mercado y la abolición del dinero como medio de intercambio. Su problema principal reside en los mecanismos adecuados para llevarlo a la práctica y por ello se considera como corriente de pensamiento utópico, que ha depositado siempre sus esperanzas en la reforma de los sistemas educativos y transformación profunda de las convicciones y valores sociales [Pastor].

Tradicionalmente al Anarcosindicalismo, perteneciente a esta corriente, ha planteado como propuesta de cambio la huelga general revolucionaria como inicio de la expropiación de la clase dominante y comienzo a la transformación social profunda. En la actualidad, los nuevos movimientos sociales concebidos como acciones de minorías estructurales en el seno de las sociedades democráticas, deben mucho de su desarrollo al ideario anarquista, tal el caso del movimiento universitario de 1968 (de fuerte impacto en la idea de la revolución de las conciencias), el movimiento feminista (que busca una auténtica igualdad entre los sexos) y el ecologismo [Pastor].

El Ambientalismo ha llegado a convertirse en una de las corrientes políticas modernas. Los Partidos Verdes nacen como una respuesta a la necesidad de trasladar al campo político la agenda del movimiento ecologista, que nace a su vez como una cuestión de interés por la conservación del medio ambiente, que posteriormente constituye grupos de presión y más recientemente logra presencia especialmente en el poder legislativo a través de su participación eleccionaria. Esta corriente no está referida exclusivamente a la conservación de la biodiversidad y los ecosistemas sino que también incluye al ser humano y la sociedad en general como parte de esos sistemas naturales. Aboga por el uso racional de los recursos naturales y la equidad. Básicamente, el principio que sustenta esta corriente esta contenida en la definición del Desarrollo Sostenible: Es una forma de vida, que busca resolver la crisis socio ambiental de la civilización moderna, constituyendo una propuesta de valores y actitudes que orienten al ser humano hacia la equidad y el logro de la mejor calidad de vida en el planeta. Es un sentido de vida en probidad, satisfaciendo las necesidades materiales y espirituales de todos, que evita el derroche y el consumo excesivo de los recursos limitados, protege el medio ambiente, y tiene presente las expectativas del futuro así como los impactos que la forma actual de vivir está ocasionando en la naturaleza. Está integrado por la consolidación de los aspectos social, cultural, económico, político y el ámbito ambiental.


Citas:

ANTÓN, JOAN

1996 El Liberalismo. En CAMINAL BADIA, MIGUEL. Manual de Ciencia Política. Editorial TECNOS S.A. Madrid.

CAMINAL, MIQUEL

1996 El Nacionalismo. En CAMINAL BADIA, MIGUEL. Manual de Ciencia Política. Editorial TECNOS S.A. Madrid.

DE FRANCISCO, ANDRES

1996 El Marxismo y la Utopía Socialista. En CAMINAL BADIA, MIGUEL. Manual de Ciencia Política. Editorial TECNOS S.A. Madrid.

GUIU, JORDI

1996 El Socialismo. En CAMINAL BADIA, MIGUEL. Manual de Ciencia Política. Editorial TECNOS S.A. Madrid.

LLEIXÁ, JOAQUIM

1996 El Conservadurismo. En CAMINAL BADIA, MIGUEL. Manual de Ciencia Política. Editorial TECNOS S.A. Madrid.

PASTOR, MANUEL; VALLESPIN, FERNANDO & GARCIA, RAMÓN

1995 Ideologías Políticas Contemporáneas (1). En Introducción a la Ciencia Política. Ramón García Cotarelo y Juan L. Paniagua. Universidad Nacional de Educación a Distancia. Madrid.

VALLESPÍN OÑA, FERNANDO

1995 Ideologías Políticas Contemporáneas (2). En Introducción a la Ciencia Política. Ramón García Cotarelo y Juan L. Paniagua. Universidad Nacional de Educación a Distancia. Madrid.


Federico G. Salazar