2. Intereses en la política


A. Necesidades en la Política

Según Deutsch, gran parte de la POLITICA ocurre en la búsqueda de los intereses de individuos o grupos particulares. Argumenta que consiste el interés en las recompensas que se puedan derivar de una situación dada. Agrega que el interés es un concepto ambiguo, con un lado subjetivo: distribución de atención, y otro lado objetivo: probabilidad de recompensa efectiva. Cuando ambos elementos aparecen juntos, el interés es verdadero o bien entendido [Deutsch].

Por otra parte, una necesidad es un insumo de algo, cuya carencia va seguida de un daño observable. Las necesidades humanas deben ser traducidas a intereses activos para que adquieran efectividad política. Esfuerzos políticos basados en grandes necesidades pueden contar con escaso apoyo al inicio, pero las políticas realistas apoyadas por intereses activos y basadas en necesidades pueden llegar a ser irresistibles [Deutsch].

La interacción de intereses y las recompensas es un valor, siendo éste: las cosas o relaciones que los individuos desearían tener o disfrutar. Individuos o grupos que actúan en la política buscando un interés compiten o cooperan en la asignación de valores, y es la política el proceso por cuyo conducto se asignan los valores en una sociedad en forma autorizada (que se repite y se puede confiar), y legítima (en el sentido que corresponde a las creencias sobre lo bueno y lo malo) [Deutsch].

La legitimidad es además de la compatibilidad de una acción con nuestras creencias de lo bueno o lo malo, la promesa que nuestro valor resultará compatible con el disfrute de otros valores. La legitimidad es un concepto relativo que puede cambiar con las situaciones. Al romperse la legitimidad los acuerdos se rompen o resultan cuestiones de conveniencia en su cumplimiento, dando lugar a la tiranía, revolución, secesión o cualquier forma de rompimiento [Deutsch].

Max Weber dice que el poder se convierte en autoridad cuando logra legitimarse. Una acción política es legítima cuando el mandatario obtiene la obediencia sin recurso a la fuerza haciendo referencia a algún valor o creencia comúnmente aceptado y que forma parte del consenso del grupo [del Aguila].

Seymour Lipset indica que puede haber variaciones en las sociedades en el grado de legitimidad, que los diversos estratos otorgan a sus instituciones políticas, estableciéndose una escala relativa en relación con la eficacia en sistemas políticos concretos. Elevada legitimidad y alta eficacia confieren alta estabilidad a los sistemas políticos. Baja legitimidad y baja eficacia conducen a inestabilidad y desmoronamiento del sistema. Hace notar que alta eficacia puede sobreponerse a baja legitimidad. Países que han pasado de alta a baja legitimidad, pero con alta eficacia, se han mantenido democráticos, mientras que aquellos que disminuyeron legitimidad con baja eficacia se desmoronaron [Batlle]

Los primeros tipos de legitimidad hacen referencia a los valores religiosos de las comunidades, tal la figura del rey-dios (en Egipto por ejemplo). En la misma línea está la idea de origen divino de la autoridad y por último la vocación divina como principio ordenador del gobierno legítimo. Con la securalización de Occidente, la legitimidad de origen religioso pierde importancia [del Aguila].

Por espacio de casi dos mil años (S.V a.c. - S.XVI) la teoría política se ocupó de la rectitud o justicia, de cómo deben asignarse en la sociedad los poderes, las responsabilidades y las recompensas para el bien común. Con Maquiavelo y Hobbes la política se concibió en términos de la asignación real del poder y con el cual se podrían obtener los demás valores [Deutsch]

A partir de finales del S. XIX, la política se ha concebido en términos de la estabilidad, intento por mantener una sociedad y sus relaciones sin cambios importantes. Modernamente se ha considerado en términos del desarrollo: el cambio y el crecimiento de las sociedades. En todos los casos, considerar la política desde un solo valor han fracasado, perdiéndose la perspectiva de la riqueza del proceso político [Deutsch].

Según Weber, la legitimidad puede ser de tres tipos: tradicional que apela a la creencia en la santidad o corrección de las tradiciones inmemoriales de una comunidad como fundamento del poder y la autoridad y son gobernantes legítimos los que ejercen bajo el influjo de estos valores. Carismática apela a la creencia en las excepcionales cualidades de heroísmo o carácter de una persona individual y del orden normativo revelado por ella. Legal-racional apela a la creencia en la legalidad y los procedimientos racionales como justificación del orden político, prestándose la obediencia no a personas concretas sino a las leyes [del Aguila].

En el mundo moderno la eficacia prolongada durante varias generaciones significa progreso económico constante, que puede legitimar un sistema político, tal el caso de las naciones industrializadas con menos tensiones políticas internas, preservando su legitimidad tradicional o estableciendo nuevos símbolos fuertes de legitimidad [Batlle].

En política se da la legitimidad por procedimiento, es decir cuando un gobernante llega al poder por un procedimiento que los gobernados consideran compatible con la configuración de sus propios valores, siendo la posesión del cargo legítima por la forma en que se obtuvo y no en virtud de los que se haga en el mismo. La legitimidad por representación cuando una decisión es tomada por un representante de los intereses de todos. La legitimidad por resultados se le asocia al concepto de justicia, o sea la compatibilidad de una acción o práctica política con la configuración de valores prevalecientes en una comunidad. La legitimidad en países y culturas diferentes se refiere a compartir valores básicos comunes a varias culturas, dando lugar a una legitimidad internacional o mundial, pudiendo en algunos casos coexistir concepciones diferentes de lo legítimo [Deutsch].

Pensando en el poder como el arte de lo posible, el Estadista deberá saber lo que debe hacer políticamente basándose en los hábitos y valores de la gente y de su escala de prioridades (creencias acerca de que cosas deben venir primero). Puede darse el caso que la sociedad haga un reordenamiento de sus prioridades, pero siempre los cambios efectivos se harán por individuos que puedan hacer coaliciones y conservarlas [Deutsch].

La capacidad para aprender es la capacidad de una persona o grupo para elaborar una nueva respuesta confiable cuando se repite un antiguo estímulo, requiriendo la reasignación de algunos recursos de quien aprende, siendo un proceso costoso y doloroso. En tal sentido la política del dogma trata de evitar los costos implicados en la modificación de ideas antiguas o la aceptación de las nuevas, defendiendo el proceso político creencias e ilusiones valoradas. Aquí el factor crítico no es la actitud hacia el status quo sino la actitud hacia el aprendizaje [Deutsch].

La política tiene como tarea coordinar las expectativas humanas y el aprendizaje social de tal forma que ayude a la sociedad a realizar sus objetivos, siendo ésta según Talcott Parsons una función fundamental de todo sistema social. Puede además fijarse nuevos objetivos y tratar de satisfacerlos, lo que puede implicar cambios en su estructura. Las sociedades exhiben además la capacidad de autotransformarse, en forma violenta o pacífica, tanto en algunos de sus patrones y objetivos, como también en aspectos. Ejemplo es Europa medieval que experimentó una transformación con la ascensión del Papado, generando dos autoridades (Iglesia y Reinado) [Deutsch].

 

B. Otras necesidades en la Política

Lasswell enumera 8 valores básicos en las necesidades a considerar por la política: el poder, la ilustración, la riqueza, el bienestar y salud, la habilidad, el afecto, la rectitud (moralidad y justicia) y la deferencia o respeto (en el sentido de confrontación). Se pueden agregar la seguridad y la libertad [Deutsch].

Según Laswell, una restricción es el ejercicio de la influencia por la amenaza de la carencia o de la pérdida y la inducción, la promesa de la indulgencia. En ese sentido, la coerción es un alto grado de restricciones y/o inducciones; y la oportunidad, un bajo grado. El poder es simplemente el ejercicio de un alto grado de coercividad. Las situaciones de poder son siempre intensas, siendo algunas veces útil la intensidad como una medida de si el poder está involucrado en una coerción de bajo grado [Lasswell].

Se presenta una tabla que muestra los valores básicos mencionados, con relación a la práctica de la coerción, refiriéndose a esquemas cercanos a los polos de oportunidad perfecta o coerción total [Lasswell]:

Valor

Oportunidad

Coerción

Poder

negociación

sumisión

Respeto

consideración

obediencia

Rectitud

libertad moral

sujeción moral

Afecto

amor

servilismo

Bienestar

libertad de acción

afán, fatiga

Riqueza

ganancia

racionamiento

Habilidad

ejercicio

servidumbre

Ilustración

educación

indoctrinamiento

 

Los patrones de distribución y ejercicio del poder pueden resultar a través de prácticas de negociación no coercitivas y la sumisión puede resultar de prácticas que llamamos violencia. El elemento coercitivo puede nacer por ejemplo de soportes financieros a un líder político, o de un veto presidencial como ejercicio político [Lasswell].

Un régimen de terror es un caso típico de obediencia con aplicación coercitiva del respeto, en contraste con las formas de admiración o premios. La adherencia a estándares morales específicos está coercitivamente determinado, que puede resultar en la imposición de disciplina o tomar la forma de inculcación (donde el poder mismo es la base de inducciones extremas y restricciones al comportamiento moral). La regulación de la moral pública por la ley ejemplifica la sujeción moral [Lasswell].

El "salario de esclavo" representa la coerción en el bienestar; el servicio militar en este sentido, también es coerción por tratarse de poder designado como coacción. La ganancia es la práctica en un sistema de mercado de competencia libre y racionamiento implica acciones como regulación estatal severa. El exigir a un empleado comprar solamente en las tiendas de la empresa o hacer una negociación a punta de pistola expresan situaciones de coerción en la riqueza [Lasswell].

La indoctrinación, en contraste con la educación, incluye una variedad de prácticas especialmente la interferencia en la adquisición de conocimiento así como una diseminación y aceptación forzadas. La exclusión de ciertos grupos de las escuelas, la censura y supresión de información son ejemplos de indoctrinación negativa. La Inquisición es ejemplo de indoctrinación [Lasswell].

 

C. El juego del poder

Entendiendo el poder como el resultado de una relación en que unos obedecen y otros mandan, Weber lo define como la posibilidad de que un actor en una relación esté en disposición de llevar a cabo su propia voluntad, pese a la resistencia de otros, y sin que importe por el momento en que descansa esa posibilidad (en la persuasión, la manipulación, la fuerza, la coacción, etc.) concluyendo que el poder sería la posibilidad de obtener obediencia incluso contra la resistencia de los demás [del Aguila].

Para analizar este tema, S. Lukes menciona tres formas de contemplarlo: 1) enfoque unidimensional: para hablar de la presencia del poder es necesario que sobre la disputa exista una oposición real y directa (explícita) de intereses. 2) enfoque dibimensional: el poder se manifiesta en la movilización de influencias que opera tanto en la resolución, manipulación y supresión de conflictos efectivos (los conflictos explícitos), así como también los conflictos implícitos. 3) enfoque tridimensional: además de considerar los conflictos efectivos y observables (explícitos o implícitos) se deben considerar las oposiciones reales de intereses [del Aguila].

H. Arendt rompe con la idea del poder como un mecanismo que responde al esquema medios/fines y lo define como la capacidad humana no sólo de actuar, sino de actuar en común, concertadamente. Según eso, el poder no es nunca propiedad de un individuo, sino que pertenecen al grupo y se mantiene solo en la medida en que el grupo permanezca unido, siendo el que está en el poder un apoderado de cierto número de gente para que actúe en su nombre. Agrega que cuando el poder no funciona de forma consensual y deliberativa entonces no cabe denominarlo poder sino violencia [del Aguila].

El concepto de poder de Arendt puede aplicarse normativamente a favor de un democratismo radical y en contra de la erosión de la esfera pública en las democracias de masas contemporáneas, en donde el peligro de éstas se encuentra en las mediaciones de burocracias (especialistas), de partidos y otras organizaciones que tienden a eliminar la discusión pública de los asuntos y establecen las bases para un dominio tiránico de lo no-político, del no-poder, de la violencia y la manipulación [del Aguila].

A decir de Jurgen Habermas, para Arendt el poder es la espada de Damocles que pende sobre la cabeza de los gobernantes, mientras que para Weber el poder sería la misma espada en manos de los que dominan [del Aguila].

Habermas propone una distinción entre el ejercicio del poder (el gobierno de unos ciudadanos por otros) y la generación de poder (su surgimiento) desde donde el punto de vista de Arendt sería pertinente. Agrega que los grupos políticos en conflicto tratan de obtener poder, pero no lo crean. En estas condiciones la violencia puede aparecer como fuerza que bloquea la comunicación, la deliberación y el consenso necesario para lograr el poder que el sistema requiere [del Aguila].

Habermas trata de resolver el asunto, especificando ciertas condiciones formales o procedimientos mínimos que nos hagan capaces de distinguir una deliberación conjunta basada en la razón y el interés general de otra basada en la fuerza, la manipulación o el engaño. Primero: libertad de las partes para exponer sus distintos puntos de vista sin limitaciones que pudieran bloquear la discusión; segundo: la igualdad de las partes para que sus concepciones y argumentos tengan el mismo peso en la discusión; tercero: la fuerza del argumento deberá imponerse en la discusión sin que se acuda a la coacción o la violencia como elemento integrante de la misma [del Aguila].

Esta idea de legitimidad ligada a procedimientos, deliberaciones conjuntas y acuerdos racionales favorece los valores liberales democráticos en detrimento de otros (tradicionales, autoritarios, etc.) obligando a discutir en libertad e igual y bajo la fuerza del mejor argumento. Aunque ninguno de estos argumentos garantiza que el resultado final sea el mejor, la democracia liberal se basa precisamente en la idea de que si nos equivocamos que sea por nosotros mismos. Es preferible equivocarse por uno mismo que acertar siguiendo los dictados ajenos, según John Stuart Mill [del Aguila].

Concluimos citando a John Locke: "No son los nombres los que constituyen gobierno, sino el uso y ejercicio de esos poderes que fueron supuestos a acompañarlos" [Lasswell].


Citas:

DEUTSCH, KARL W.

1998 Política y Gobierno: Cómo el pueblo decide su destino. Fondo de Cultura Económica. México.

DEL AGUILA, RAFAEL

1997 Manual de Ciencia Política. Editorial Trotta, S.A. Valladolid.

LASSWELL, HAROLD D. & KAPLAN, ABRAHAM

1950 Power and Society: A Framework for Political Inquiry. Yale University Press. New Haven.

BATLLE, ALBERT

1992 Diez Textos Básicos de Ciencia Política. Editorial Airel, S.A. Barcelona.


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